COMPETITIVIDAD DEL FRIJOL
MEXICANO FRENTE AL DE ESTADOS UNIDOS EN UN CONTEXTO DE LIBERALIZACIÓN COMERCIAL
Para México, el
frijol, junto con el maíz, representa toda una tradición productiva y de
consumo; cumple diversas funciones alimentarias y socioeconómicas que le han
permitido trascender hasta la actualidad. Es un cultivo estratégico, ya que
ocupa el segundo lugar en superficie, con un promedio de 1.87 millones de
hectáreas sembradas. De 2003 a 2005, la cosecha promedio fue de 1.3 millones de
toneladas, con un valor de 7.5 mil millones de pesos (Secretaría de
Agricultura, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, SAGARPA; Sistema de
Información Agropecuaria de Consulta, SIACON 2006). Esta leguminosa tiene gran
importancia social, porque 570 mil personas se dedican y viven de ella, con un
promedio de cinco hectáreas por agricultor y destinan cerca 20 por ciento de la
cosecha para autoconsumo. Además, genera 78 millones de jornales al año
(SAGARPA, SIACON 2006). El proceso de producción en campo demanda en promedio
35 jornales por hectárea y en ello participa 71 por ciento de los integrantes
de las familias involucradas, lo que constituye una forma muy importante de
autoempleo (Serrano 2004, 3). Es por ello que la mayor repercusión social de la
liberalización comercial en 2008 está en el cultivo del frijol.
Prácticamente,
la leguminosa crece en todos los estados de la república y aunque 66 por ciento
del total se obtiene en el norte y noroeste, también se siembra en las regiones
centro y costeras del país, entre otras razones por la amplia capacidad de
adaptación de la planta a climas diferentes; puede cultivarse desde altitudes
de casi cero hasta 2 700 metros sobre el nivel del mar.
Este grano ha
sido básico en la dieta de la población mexicana, especialmente en la de
medianos y bajos recursos, tanto en zonas rurales como urbanas, con un consumo
anual per cápita de 12.5 kilos (FAO*; FAOSTAT** 2006b). Su importancia alimenticia
radica en una aportación de grandes cantidades de proteína y fibra. Se menciona
que el frijol es un alimento casi "perfecto", pues es nutritivamente
rico por su contenido de ácido fólico, fibra alimenticia y carbohidratos (Klapp
2007, 3).
En los últimos
años, los productores mexicanos de frijol han enfrentado diversos problemas que
han repercutido en una reducción de su rentabilidad y competitividad, en
relación con su principal socio comercial, Estados Unidos. Por ejemplo, el
rendimiento nacional promedio de 2003
a 2005 fue de 0.646 toneladas por hectárea (t/ha)
(SAGARPA; SIACON 2006), que representa menos de la mitad del obtenido por los
estadounidenses, de 1.8 t/ha en promedio en el mismo lapso (United States
Department of Agriculture,
USDA–Economic Research Services, ERS 2006). Aunado a lo anterior,
los costos en México son altos, y los agricultores enfrentan un deterioro
continuo de los precios reales del grano. Entre 1980 y 2005, el índice de
precios de insumos creció a una tasa promedio anual de 30.44 por ciento,
mientras que el de precios al productor decreció en 2.1 (Banco de México 2005),
y los rendimientos apenas aumentaron 0.4 (SAGARPA; SIACON 2006), lo que implica
una reducción en la rentabilidad.
Por otra parte,
las importaciones de esta leguminosa se han incrementado recientemente y se
espera que continúe esta tendencia, debido a que a partir del 1 de enero de
este año quedó sin el arancel–cuota que había mantenido en el marco del TLCAN.
México actualmente es el sexto país comprador en el mercado internacional y
Estados Unidos su principal abastecedor (FAO; FAOSTAT 2006a), lo que refleja
también una reducción de la competitividad nacional.
Un problema
adicional es la comercialización; la desaparición de los esquemas estatales de
la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) dejó un vacío en la
fijación del precio y la regularización del mercado (De Ita 2000, 119–121).
Sin embargo, a
pesar de la pérdida de rentabilidad en las unidades de producción, aunada al
incremento de los volúmenes de importación y la desregulación del mercado, no
existen estudios recientes que investiguen de manera precisa los problemas
sustanciales en dicho cultivo.
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